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Sinopsis

  «Más bien, acuérdate del Señor tu Dios, porque él es quien te da el poder de ganar esas riquezas, a fin de confirmar el pacto que hizo con tus padres, como en este día». (Deuteronomio 8:18) ¿Cuál es el propósito de Dios al hacer prosperar a Su pueblo? ¿Será para que tengamos televisores más grandes o para que compremos casas y automóviles más lujosos? No, ¡es para que confirmemos el pacto de Dios en la Tierra y para que ayudemos a los necesitados! Algunas personas me han dicho: “Bueno, hermano Copeland, el ministerio de Jesús era de escasos recursos y a Él le iba muy bien”. Eso es ridículo. En todo el Antiguo Testamento Dios le prometió bendiciones materiales a cualquiera que anduviera perfecta y rectamente delante de Él. Si Dios no hubiera bendecido a Jesús económicamente, habría incumplido Su propia Palabra. Jesús no fundó ningún imperio material para sí. Pero eso no significa que Él era pobre, sino que fue la persona que más ha dado en toda la historia pasada, presente y futura del mundo, y ya es