Sermones Palabra Viva

Mateo 9.14-17 nos comparte una pregunta que los discípulos del Juan el Bautista le hicieron a Jesús acerca de por qué sus discípulos no ayunaban como lo hacían ellos y los discípulos de los fariseos. La respuesta de nuestro Señor les hace ver que para comprender sus enseñanzas y vivir conforme a ellas, se requiere un corazón renovado.

En Mateo 9.9-13 Mateo nos relata el momento en el que fue llamado por nuestro Señor y Salvador Jesucristo mediante una sola palabra: «Sígueme». Pero no fue solo, muchos publicanos y otra clase de pecadores siguieron a Jesús hasta la casa del propio Mateo y se sentaron a la mesa con Jesús. Todos eran pecadores, pero Jesús se mantuvo cerca de ellos porque era necesario para que ellos vinieran a la salvación.

Mateo 9.1-8 nos muestra a un hombre paralítico puesto delante de Jesús para ser sanado; sin embargo, Jesús no le sanó inmediatamente, sino que primero perdonó sus pecados. Esto nos muestra la primera y más importante necesidad de todo ser humano.

Mateo 8.28-34 nos presenta el encuentro entre Jesús y los dos endemoniados gadarenos, de quienes expulsa los demonios con una sola indicación. Un evento que pone de manifiesto el poder de nuestro Señor sobre el mundo espiritual de las tinieblas.

Mateo 8.23-27 nos muestra lo que sucede después de que los discípulos de Jesús han abordado la barca junto con Él, al desatarse una gran tempestad, el corazón de ellos se llenó de temor, y acudieron desesperados suplicando la salvación de Jesús. La respuesta de nuestro Señor no se hizo esperar, y luego de confrontar a sus discípulos con su realidad espiritual, calmó la tempestad con su Palabra.

Mateo 8.18-22 nos muestra a dos hombres que se acercaron a nuestro Señor con la firme intención de seguirle; sin embargo, nuestro Señor les habló de la profunda implicación de ser sus discípulos: Negarse a sí mismos.

Mateo 8.14-17 nos muestra la profunda compasión en el corazón de nuestro Señor Jesucristo, quien, al ver los estragos de la caída en nuestro mundo (la enfermedad y el sufrimiento), nos ayudó, no sólo temporalmente, sino también de manera definitiva con su muerte y resurrección.

Mateo 8.1-4 nos narra el encuentro de Jesús con un leproso, quien se acercó a Él con confianza y en una actitud humilde y de adoración. El Señor respondió con una gran misericordia, y tocándole, le limpió completamente.

Hechos 2.29-38.

Efesios 1.15-23.

Mateo 27.45-56.

Mateo 26.17-29.

Mateo 21.12-17.

Mateo 21.1-11.

Mateo 7.21-27.

Mateo 7.15-20.

Mateo 7.13-14.

Mateo 6.25-34.

Mateo 6.24.

Mateo 6.19-21.